Andrea Palladio no siempre ha sido lo que consideramos el genio arquitectónico del Renacimiento italiano, el admirador del clasicismo y la voz autorizada de las innovaciones estructurales que crearon el palladianismo.
Ciertamente, su mentor no fue otro que Giangiorgio Trissino, figura ilustre de la época, quien primero lo descubrió y lo introdujo a los encargos de la Serenissima.
Pero incluso Palladio tuvo que luchar para establecerse y uno de los ejemplos más llamativos es la presentación de su proyecto para la Basílica Palladiana en Vicenza.
En aquella ocasión, el proceso de evaluación del proyecto fue largo y penoso: Palladio tenía treinta y ocho años y aún era relativamente desconocido. Tuvo que enfrentarse a pilares de la arquitectura de la época como Giulio Romano y Jacopo Sansovino y varias veces su proyecto fue cuestionado, pero después de tres años de nuevas reevaluaciones finalmente ganó el encargo. Una enorme satisfacción para Trissino.
El trabajo grandioso, las innovaciones y la capacidad de Andrea Palladio para adaptar un edificio existente a los dictados de los nuevos usos, de la época y de los deseos del cliente sin dejar de ser fiel a sí mismo, lo convirtieron oficialmente desde ese momento en Arquitecto de Vicenza. , el favorito, el más grande, el que ideó la Basílica Palladiana.
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