Una de nuestras bicicletas eléctricas se llama Cecilia.
Y fue una Cecilia quien inspiró a Leonardo da Vinci en la composición de su cuadro La dama del armiño.
Cecilia Gallerati, amante del arte y la literatura, debe su fortuna principalmente a su relación con Ludovico Sforza, intensa y duradera durante muchos años. Del moro, llamado así por su cabello y ojos oscuros, también tuvo un hijo y recibió como regalo muchas posesiones, entre ellas el feudo de Saronno y refinadas residencias. El nacimiento de Cesare puso fin a la relación entre ambos para alegría de Beatrice d'Este, la joven esposa del duque.
Cecilia entró en contacto con Leonardo da Vinci en la corte Sforza de Milán, donde el Maestro había acudido para poner al servicio del Duque sus amplios conocimientos en arquitectura, arte, urbanismo e ingenio militar. Cecilia fue una de las afortunadas que fueron retratadas en este período por Leonardo y son muchos los elementos que la atestiguan como protagonista del cuadro.
El encargo de la obra se remonta a 1490, fecha en la que Ludovico Sforza fue nombrado Caballero de la Orden del Armiño. Además, el término griego para el animal, galḗ, recuerda el apellido de Gallerati.
Finalmente Bernardo Bellincioni, poeta cercano a Cecilia, que dedicó a la obra versos inequívocos: “Gracias Ludovico ahora se puede, y el talento y la mano de Leonardo, que quiere ser parte de la posteridad tuya”.
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