Gerolamo Chiericati había sido uno de mis primeros apoyos, junto con Giangiorgio Trissino y Giovanni Alvise Valmarana, para conseguir la primera obra pública en Vicenza, las logias del Palacio de la Razón.
Tuve la oportunidad de devolverle el favor unos años más tarde, sugiriéndole que aprovechara una oportunidad extraordinaria: no uno de los muchos edificios de la calle principal, que entonces llevará mi nombre: sino el fondo escénico del desembarco en Vicenza, obviamente desde Venecia, en el Bacchiglione, en la plaza de la Isla. Se necesitó un acuerdo con la ciudad para el uso de nuevas superficies, y se tardó más de un siglo, pero por fin una de las obras que iba a remodelar la ciudad estaba viva.
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