Prato della Valle fascina por su particular estructura y se convierte casi en una fuente en el maravilloso marco de la Plaza, a los ojos del Viajero.
Proyectada en el siglo XVIII, debe su transformación a la figura del político y literato veneciano Andrea Memmo que tuvo el mérito de reunir en su proyecto la necesidad de un saneamiento de la zona sobre la que pesaba la rotura del suelo, y la mejora de la plaza con fines comerciales.
Memmo trabajó en el proyecto para poder dotar a la ciudad de un lugar donde celebrar ferias y eventos comerciales que tradicionalmente encontraban su calendario en la ciudad, aunque muchos rumores poco halagadores sugieren en cambio que había pensado en la zona como un lugar donde para realizar espectáculos agonísticos con barcos y carruajes. Sin embargo, el proyecto sufrió una reducción considerable debido a las numerosas dificultades que Memmo encontró en el camino.
Habiendo traído finalmente una gran carga de tierra específicamente para el relleno del área central del canal, Memmo pudo sacar una buena parte del Prato del agua, dando a Padovani un lugar casi fantástico, adornado con anillos de estatuas y puentes Las mismas estatuas, además, siguen un edicto del siglo XVIII por el que no podían representar ni santos ni vivos, sino que debían rendir tributo a la ciudad el mérito de personalidades vinculadas a ella por la literatura, el comercio u otras disciplinas.
Todavía hoy, Prato della Valle logra intrigar a quienes lo cruzan y se demoran a la sombra de las esculturas, mirando el agua y sin poder imaginar la transformación que sufrió a lo largo de los siglos.
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